La bóveda sexpartita del Monasterio de Santa María de Huerta, Soria_06 Imprimir E-mail


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La construcción de la bóveda

La construcción de cualquier tipo de bóveda de crucería requiere la confección de una importante estructura: las cimbras. Comparada con la estructura de madera que requiere una bóveda románica, las cimbras de una bóveda de crucería se han simplificado considerablemente. En lugar de construir una superficie completa de madera, las bóvedas de crucería no requieren más que unas cimbras lineales bajo los arcos; el relleno de las plementerías puede hacerse con la ayuda de medios auxiliares ligeros. Ciertamente, la simplificación y economía de las cimbras explica el rotundo éxito de esta clase de bóvedas.

La construcción de la bóveda comienza por tanto con un importante trabajo de carpintería cuyo primer cometido será el crear una plataforma horizontal de trabajo situada en el nivel superior de la jarjas. Recordemos que las jarjas son en realidad sillares horizontales que fueron colocados previamente al construir los muros tras las jarjas, unos potentes contrafuertes aseguraran la estabilidad de la bóveda una vez que desaparezcan las cimbras (Fig. 32). Esta plataforma horizontal es un plano de enorme importancia, su posición se debe precisar en el dibujo de las monteas ya que servirá como plano de referencia para situar a su correcta altura todos los elementos que constituyen la bóveda. Sobre este plano de trabajo ha de dibujarse con total exactitud la planta de la bóveda para conocer la posición de todos sus arcos y, especialmente, la localización de la clave central que se situará sobre un pie derecho a su correcta altura (Fig. 31).

A continuación, se procede a ajustar las cimbras de los arcos con los sillares superiores de las jarjas de forma que la prominente moldura de los arcos quede encajada en la doble pared de las cimbras (Fig. 33). El ajuste entre los arcos de madera, su coordinación con el racimo de salida y la clave central, es una delicada operación de la que depende la correcta ejecución de la bóveda; sólo cuando este trabajo se da por finalizado se puede procede a la colocación de las dovelas de los arcos. Es entonces cuando descubrimos la eficacia del diseño de la dovela, su gran moldura central se va encajando perfectamente en el raíl que forman las cimbras curvas de los arcos impidiendo sus desplazamientos laterales y asegurando su perfecta colocación a pesar del gran número de piezas necesarias para formar el arco (Fig. 34). También las dovelas de los formeros está concebida para facilitar su correcta colocación: la gruesa moldura cilíndrica lateral se adapta al borde de la cimbra y nuevamente ésta dirige la colocación de las dovelas (Figs. 22 y 23). [....]

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