La bóveda sexpartita del Monasterio de Santa María de Huerta, Soria_05 Imprimir E-mail

[....] La clave central de la bóveda es otra pieza interesante, tiene un diámetro real aproximado de 80 cm. De nuevo, la estación total permitió obtener la forma exacta de esta pieza que nuevamente revela características peculiares (Fig. 13). El cilindro central carece de brazos salientes sobre los que puedan acometer los arcos; además, sus paredes laterales son estrictamente verticales. La sujeción de la clave y su perfecto contacto con el arco se asegura mediante pequeñas piezas que, en forma de cuña, realizan la conexión entre el último lecho del arco y la cara vertical de la clave (Fig. 14).

La parte más complicada de una bóveda de crucería es, sin duda alguna, su arranque. El racimo de salida de los nervios se resuelve mediante una sucesión de sillares horizontales que recibía el nombre de jarja. En el plano inferior del jarjamento, los nervios están fundidos unos con otros y, poco a poco, en cada nivel se van separando hasta independizarse, la jarja termina allí donde los arcos se han separado completamente. Esta parte de la bóveda puede tener dimensiones muy considerables, pudiendo alcanzar una altura de casi la mitad de la altura total de la bóveda. Es una parte maciza que asegura el perfecto empotramiento de la bóveda a sus planos de apoyo y a los muros laterales. Su labra se ejecuta por planos horizontales, es decir, que no forma parte de la zona adovelada de la bóveda.

En santa María de Huerta las jarjas se resuelven mediante siete lechos horizontales y su labra es de una extraordinaria calidad. Nuevamente, una toma de datos rigurosa permitió obtener los perfiles de cada uno de los plano horizontales (Fig. 15) y confeccionar con ellos las plantillas con los que labrarlos (Figs. 26 y 27). En la práctica real, los maestros de cantería debían obtener estos perfiles desde las monteas, fraccionando la sección de la bóveda en planos horizontales que al cortar los distintos arcos permiten ir y calculando en planta su proyección horizontal y así poder dibujar los perfiles de cada plano (Figs. 24 y 25). En cada tramo, existen dos tipos de jarjas, las de esquina, donde confluyen cinco arcos, y las centrales donde acometen tres. El intrincado molduraje de los arcos, tanto los principales como los formeros, hace que las jarjas adquieran una complejidad extraordinaria. Como puede apreciarse en las figuras 28 y 29, la talla de cada hilada ha de hacerse con la única ayuda de las plantillas inferior y superior que una vez dibujadas sobre el sillar han de enlazarse mediante una labra cuidadosa. La piedra situada en el nivel superior de la jarja ha de tallarse con sus caras inclinadas para permitir el apoyo de la primera dovela de los arcos (Fig. 30) [....]

1 ..... 2 ..... 3 ..... 4 ..... 5 ..... 6 ..... 7 ..... 8