La bóveda en red de Joseph Ribes_04 Imprimir E-mail

La labra de los nervios

A partir la montea, es decir los dibujos a tamaño natural de la bóveda, tanto en planta como en alzado (fig. 16), se dibuja y fabrica el baibel, que es una herramienta imprescindible para controlar la talla de las dovelas. Es una escuadra de dos brazos no articulados, uno de ellos cortado con la curvatura del intradós del arco y el otro recto, orientado hacia el centro geométrico del arco (fig. 17). Con la ayuda del baibel, se procede a tallar las dovelas con la certeza que su curvatura interior y la inclinación de sus lechos de apoyos se atienen con total precisión al Prinzipalbogen (Figs. 18, 19 y 20),

El Prinzipalbogen permite transmitir y replicar las informaciones necesarias a la construcción de la bóveda a través de una sola plantilla y de un baibel único, lo que facilita la labra de piezas exactas y permite verificar la posición en el espacio de cualquier nervio o clave, extrayendo toda la información directamente de la montea.

Las jarjas

Para el apoyo de los nervios y el contrarresto de los empujes, la bóveda requiere de la construcción de unas sólidas jarjas. Las jarjas o salmeres de la bóveda son los arranques de la misma. Sabemos que, en una bóveda de crucería las jarjas deben llegar hasta el punto en que los arcos que concurren en un arranque se independizan unos de otros. Para la construcción de las jarjas recurrimos de nuevo a la montea (Fig. 21). Sobre la sección se van dibujando los planos horizontales que se consideren oportunos y, en la planta, se van dibujando las proyecciones horizontales resultantes en cada nivel. Con estas secciones se dibujan una serie de plantillas (Fig. 22 y 23) que permitirán tallar las piezas que forman cada lecho; la plantilla inferior se calca en el plano inferior del sillar elegido y, con la plantilla superior se hace lo mismo sobre la cara superior; posteriormente se procede a la labra enlazando una cara con la otra (Fig. 24).

La última jarja recibe los arcos y ha de tallarse con la inclinación necesaria que pide cada uno de ellos, dato éste que de nuevo ha de extraerse de la montea (Fig. 25). Como mencionamos anteriormente, en nuestra bóveda, el nervio diagonal esta peraltado respecto al plano de imposta, es decir, que arranca a diferente altura que el formero, lo cual añade cierta dificultad a la labra de los bloques de las jarjas (Fig. 26). El mismo baibel es suficiente para tallar también la curva del perfil de las jarjas.[....]

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