La bóveda de Rodrigo Gil_05 Print E-mail

LA CONSTRUCCIÓN

Los indicios anteriormente expuestos nos convencieron de la oportunidad de construir un modelo a gran escala de una bóveda de Rodrigo Gil con objeto de corroborar con la práctica las hipótesis anteriormente formuladas. Se escogió a tal efecto una de sus bóvedas más celebradas, la que cubre el cimborrio del Colegio Mayor del arzobispo Fonseca de Salamanca. Una bóveda cuadrada de 8,31 m. de lado, exactamente 30 pies castellanos, resuelta con un cruce de ojivas y terceletes. En el centro de la bóveda, un elegante cuadrifolio conopial envuelve una estrella de cuatro puntas y; por el perímetro, una serie de combados convexos, tangentes al cuadrifolio, producen un dibujo de 33 claves, todas ellas verticales, invariante éste en las bóvedas de Rodrigo Gil. [Fig. 1, 1h]

En primer lugar se procedió a establecer los criterios por los cuales se ordena este complicado dibujo. En primer lugar se pudo comprobar que los terceletes se encuentran en la diagonal del ángulo que forman las ojivas y formeros. A partir de ahí, con el radio del tercelete se obtiene la segunda clave secundaria en el ojivo. Una retícula permite localizar los centros de los combados que forman el cuadrifolio y los combados convexos tangentes. Por último, con centros situados en los formeros, se trazaron los remates conopiales del cuadrifolio: los pies de gallo. Trazado el cuarto de la bóveda, el resto puede dibujarse por simetría de forma que todas las claves resultan alineadas e insertas en una cuadrícula [fig. 2, 2g].

A continuación, se lleva a cabo una medición de alturas para conocer la traza de sus arcos. Se descubre entonces que el arco diagonal es una semicircunferencia que, en el plano de imposta, arranca con un ligero peralte de 23 cm; estos peraltes, incluso mucho más elevados, suelen ser frecuente en las bóvedas de Rodrigo Gil. Los terceletes se trazan con el mismo arco, sin embargo, los formeros requieren un arco de curvatura diferente; un nuevo arco con el mismo peralte en el arranque, pero con una curvatura algo más cerrada. Con este arco se logra rebajar la altura del perímetro y se consigue una cierta curvatura a los rampantes y, en consecuencia, se redondea la forma de la bóveda. Aún así, las claves del arco formero quedan considerablemente altas por lo que la bóveda está más cerca del rampante llano que del rampante redondo [fig. 3, 4 y 5]. [...]

LA CONSTRUCCIÓN

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