La bóveda de Rodrigo Gil_10 Imprimir E-mail

EL MONTAJE

Finalmente, con todas las piezas talladas, se puede proceder al montaje de la bóveda, para lo cual ha de procederse en primer lugar a la construcción de la cimbra. Sabemos por el propio Rodrigo Gil que la cimbra empieza con una plataforma horizontal a la altura del nivel más alto de las jarjas; en el tratado de Simón García existe un conocido y extraordinario dibujo en el que se describe el proceso de montaje de las cimbras, en él, esta plataforma está representada por una simplemente por una línea [Fig. 9,]. Por un momento, sería oportuno imaginarnos esta plataforma de trabajo, en realidad una colosal estructura de madera que se elevaría desde el suelo, o quizás unas vigas puente entre empotradas en los muros del cimborrio, en cualquier caso, sólo esta plataforma horizontal es ya una estructura extraordinaria. Obsérvese que como este plano horizontal debe situarse en el nivel superior de las jarjas, cuanto más alta sean éstas, más pequeña puede ser la plataforma.

Decía Rodrigo Gil que sobre esta plataforma ha de llevarse a cabo el replanteo de la bóveda, es decir, su dibujo en planta y, una vez localizadas la posición de las clave, colocar unos pies derechos verticales con la altura precisa para instalar sobre ellos cada una de las claves. Una vez más la montea resuelve este problema de alturas ya que, al trazar una línea horizontal en el dibujo del alzado a la altura de la plataforma, se pueden conocer fácilmente las alturas relativas de cada clave [Fig. 9ª, 9e].

Sobre la plataforma se colocan por tanto los pies derechos: 33 para una dimensión de la bóveda relativamente pequeña, 8,31m. Esto quiere decir que la práctica totalidad de la bóveda son pies derechos verticales, el espacio entre las claves es deliberadamente reducido: sólo cabe una dovela. La distancia hasta las jarjas también se ha reducido notablemente y por tanto, también las cimbras curvas de terceletes y ojivos, de dificultoso trabajo, se ha reducido drásticamente [Fig. 9f, 9k]

La construcción de la bóveda comienza por los arcos importantes, en primer lugar los ojivos. Estos arrancan sobre una pequeña cimbra desde la jarja y, a partir de la primera clave, el resto del arco se puede montar sin cimbra alguna. Lo mismo sucede con los terceletes, la cimbra de salida es ahora algo mayor, pero a partir de la primera de sus claves, se monta ya necesidad de cimbra. Ya sólo queda colocar los nervios decorativos los cuales se forman con una pieza colgada entre clave y clave, por lo que, para su colocación, sólo requieren un apoyo ocasional [Fig. 10a, 10b].

La construcción de la bóveda llega a su fin. Su forma revela el rampante plano al que hicimos mención al principio como consecuencia de la estandarización de sus arcos principales. También muestra la extraordinaria belleza del diseño de Rodrigo Gil, la plenitud formal del gótico de Castilla y, por extensión, del gótico de la península Ibérica en su momento de madurez [Fig. 11, 11e].

1 ..... 2 ..... 3 ..... 4 ..... 5 ..... 6 ..... 7 ..... 8 ..... 9 ..... 10 ..... 11